miércoles, 27 de enero de 2010

Casi mediodía


El verano pasado, subiendo desde Aiguafreda al pico de Tagamanent, en el Parque del Montseny, paramos para descansar en una encrucijada de pistas forestales. Más allá del turò está el Pla de la Calma, y como en toda zona alta, como en toda peña aislada, aquí se favorecen los misticismos.
Es el único dibujo que haré en todo el día, porque hay que caminar y ese placer sustituye al del cuaderno. Además, a mitad de faena, compruebo que cargo con el rotulador equivocado, el 0.5, que debería ser un 0.1 para poder soltar con más libertad la mano y que brotasen zarzas y marañas y matojos, creando volumen mediante la acumulación de lo delgado, de estructuras finas.
El problema de la silva: reflejar su desmesura, y a la vez dar sentido espacial al desorden, delimitar en formas legibles el borrón del verde y las formas que contiene.
Ni que fuera un botánico.

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